CONOCIENDO LA DOCTRINA BÍBLICA
CRECIMIENTO Y MADUREZ DEL CRISTIANO
b) Crecimiento progresivo:
La vida del cristiano tiene que caracterizarse por un crecimiento progresivo. No podemos quedarnos siendo “bebés” espirituales. Este problema lo tenían algunos creyentes a los que se escribió la carta a los Hebreos. Llevaban tiempo manifestándose como creyentes y no habían madurado todavía. “Acerca de esto tenemos mucho que decir, y difícil de explicar, por cuanto os habéis hecho tardos para oír. Porque debiendo ser ya maestros, después de tanto tiempo, tenéis necesidad de que se os vuelva a enseñar cuáles son los primeros rudimentos de las palabras de Dios; y habéis llegado a ser tales que tenéis necesidad de leche, y no de alimento sólido” (Hebreos 5:11-12).
En un principio es muy necesario, para los “niños” en Cristo, la leche espiritual de la Palabra de Dios (1ª Pedro 2:2), pero, cuando el “niño” crece, necesita también alimento sólido. La leche espiritual, pueden ser las verdades sencillas del Evangelio, mas, el alimento sólido, sería las verdades profundas de la Palabra (Hebreos 5:12-14): “Porque debiendo ser ya maestros, después de tanto tiempo, tenéis necesidad de que se os vuelva a enseñar cuáles son los primeros rudimentos de las palabras de Dios; y habéis llegado a ser tales que tenéis necesidad de leche, y no de alimento sólido. Y todo aquel que participa de la leche es inexperto en la palabra de justicia, porque es niño; pero el alimento sólido es para los que han alcanzado madurez, para los que por el uso tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal”.
Para el crecimiento a la madurez, hace falta la lectura, la meditación y el estudio de la Palabra.
Hace falta la oración: Debemos tener comunión con Dios, a través de la oración, recibir fuerzas y aliento. “Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias” (Filipenses 4:6).
Hace falta la asistencia a los cultos: La asistencia a las reuniones de la iglesia local nos sirve, entre otras cosas para ampliar el conocimiento, y alentarnos unos a otros. Si no hacemos estas cosas, seremos unos creyentes raquíticos, sin base, ni fundamento, fáciles de mover por cualquier viento de doctrina (Efesios 4:14-16) (2ª Pedro 3:18). A la oración se le ha comparado como la respiración del alma. Sin respirar no se puede vivir, así tampoco, sin la oración no hay vida espiritual.
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"Mirad cuál amor nos ha dado el Padre,
Para que seamos llamados hijos de Dios"
1a Juan 3:1.
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