Volver

 

CONOCIENDO LA DOCTRINA BÍBLICA

 

FUTURO DEL CRISTIANO

 

b) La Segunda Venida de Cristo:

 

EL ARREBATAMIENTO

 

La Segunda Venida del Señor tendrá dos etapas muy importantes: Una invisible en el aire; y otra visible en la tierra, cuando todo ojo le verá.

Venida invisible (inesperada) a buscar a su esposa, la Iglesia (formada por todos los creyentes), aquellos que han sido redimidos por su sangre que vertió en la cruz del calvario.

Venida visible para reinar con ella (la Iglesia), y junto con el pueblo de Israel, una vez que le haya reconocido como el Mesías, el Enviado de Dios.

 

En la primera etapa, Cristo no viene a la tierra, sino en el aire, y es la Iglesia (todos los creyentes vivos) que por el poder de Dios, va al encuentro de Cristo.

En la segunda etapa, que corresponde a la Venida en gloria, es cuando Cristo pondrá los pies sobre el Monte de los Olivos (desde donde ascendió a los Cielos), y vendrá a reinar, de lo cual hablaremos más adelante.

Vamos, pues, a examinar la primera etapa, la que se conoce como el Arrebatamiento, o el Rapto de la Iglesia.

En un momento inesperado, tal vez por mucho, el Señor viene, no aquí a la tierra, sino en el aire, y la Iglesia es arrebatada de la tierra, y va a recibir al Señor en el aire (Juan 14:3).

Todos los verdaderos creyentes vivos, o que han muerto, van a recibir al Señor y a estar con Él en el Cielo (1ª Tesalonicenses 4:13-18).

Cristo descenderá del Cielo.

Los muertos en Cristo resucitarán.

Los creyentes vivos arrebatados.

 

“He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados, en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados. Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad” (1ª Corintios 15:51-53).

 

Todos transformados.

Con inmortalidad.

 

“Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo; el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas” (Filipenses 3:20-21).

 

Con cuerpos glorificados, semejantes al cuerpo del Señor Jesucristo resucitado.

Cristo había dicho a Marta momentos antes de que tuviera lugar la resurrección de Lázaro: “Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mi, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá nunca jamás” (Juan 11:25-26).

 

Hemos visto en el texto, a unos que han muerto creyendo en Cristo, que vivirán, o sea, resucitarán, y otros que viven y creen en Él, que no morirán, sus cuerpos serán transformados, aptos para estar en la presencia del Señor.

Esta transformación se hace necesaria, ya que carne y sangre no pueden heredar el reino de Dios (1ª Corintios 15:50). Esta carne corruptible ha de vestirse de incorrupción, y esta carne mortal, de inmortalidad.

 

LA RESURRECCIÓN

 

Con el arrebatamiento, tiene lugar la resurrección de los cuerpos.

Entendemos por resurrección, que el cuerpo que estaba en el polvo, vuelve a surgir, para ser de nuevo habitación del alma y el espíritu, que lo habían abandonado cuando tuvo lugar la muerte física. El cuerpo vuelve a tener vida.

Job se planteó una pregunta: “Si el hombre muriere ¿volverá a vivir?” (Job 14:14).

La Palabra de Dios dice que sí.

Job mismo más tarde contestó a esta pregunta: “Yo sé que mi Redentor vive, y al fin se levantará sobre el polvo; Y después de deshecha esta mi piel, en mi carne he de ver a Dios; Al cual veré por mí mismo, y mis ojos lo verán…” (Job 19:25-27).

 

Tenemos ejemplos en la misma naturaleza que nos habla de resurrección:

El grano de trigo sembrado muere, pero surge una hermosa planta.

Las estaciones del año; cada primavera nos habla de una nueva vida, nos habla de resurrección.

Los insectos saliendo de sus capullos, nos hablan también de ello (en su metamorfosis) y así podríamos añadir muchas cosas más.

En la Biblia encontramos dos grandes líneas de resurrección:

La de los justos. La de los injustos.

 

(Daniel 12:2) “… unos para vida eterna, y otros para vergüenza y confusión perpetua”.

(Juan 5:28-29) “… a resurrección de vida… a resurrección de condenación”.

 

Se llama primera resurrección, a la de los creyentes. Y segunda resurrección, a la de los no creyentes.

Es interesante notar que no todas tendrán lugar en el mismo momento de la historia; ya que desde el momento en que termine la primera, hasta que tenga lugar la segunda, pasarán mil años.

 

ORDEN DE LA PRIMERA RESURRECCIÓN

 

“Mas ahora Cristo ha resucitado de los muertos; primicias de los que durmieron es hecho. Porque por cuanto la muerte entró por un hombre, también por un hombre la resurrección de los muertos. Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados. Pero cada uno en su debido orden: Cristo, las primicias; luego los que son de Cristo, en su venida. Luego el fin, cuando entregue el reino al Dios y Padre, cuando haya suprimido todo dominio, toda autoridad y potencia. Porque preciso es que él reine hasta que haya puesto a todos sus enemigos debajo de sus pies. Y el postrer enemigo que será destruido es la muerte.

En un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados. Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad. Y cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria” (1ª Corintios 15:20-26, 52-54).

 

Forman parte de la primera resurrección: Cristo, la Iglesia, y los mártires de la gran tribulación:

 

Cristo (las primicias) (1ª Corintios 15:20, 23).

La Iglesia (la cosecha) (1ª Corintios 15:23).

Los mártires (los rebuscos) (Apocalipsis 20:4-5).

 

La ilustración que acabamos de usar es la de la vendimia:

Antes de vendimiar las uvas, se acostumbra a coger de las mejores y guardarlas para comer; esto serían las primicias. Después venía la cosecha, la vendimia en sí de todas las uvas. No obstante siempre quedan algunas, que ocultas entre las hojas pasan inadvertidas por los vendimiadores; éstas son recogidas más tarde, fuera de tiempo, y se llaman los rebuscos.

Este ejemplo, aunque tal vez pobre, puede ilustrarnos algo el orden de la resurrección de los creyentes, o sea, la primera resurrección.

La segunda resurrección no tendrá lugar sino hasta que pasen los mil años y corresponde a los no creyentes.

“Pero los otros muertos no volvieron a vivir hasta que se cumplieron mil años...” (Apocalipsis 20:5-6).

 

¿CON QUÉ CUERPO RESUCITARÁN LOS CREYENTES?

 

“Pero dirá alguno: ¿Cómo resucitarán los muertos? ¿Con qué cuerpo vendrán? Necio, lo que tú siembras no se vivifica, si no muere antes. Y lo que siembras no es el cuerpo que ha de salir, sino el grano desnudo, ya sea de trigo o de otro grano; pero Dios le da el cuerpo como él quiso, y a cada semilla su propio cuerpo. No toda carne es la misma carne, sino que una carne es la de los hombres, otra carne la de las bestias, otra la de los peces, y otra la de las aves. Y hay cuerpos celestiales, y cuerpos terrenales; pero una es la gloria de los celestiales, y otra la de los terrenales. Una es la gloria del sol, otra la gloria de la luna, y otra la gloria de las estrellas, pues una estrella es diferente de otra en gloria. Así también es la resurrección de los muertos. Se siembra en corrupción, resucitará en incorrupción. Se siembra en deshonra, resucitará en gloria; se siembra en debilidad, resucitará en poder” (1ª Corintios 15:35-43).

 

Con cuerpos incorruptibles (v. 42).

Con cuerpos llenos de gloria (v. 43)

Con poder, etc. (v. 43).

 

“Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo; el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas” (Filipenses 3:20-21).

 

Semejante al cuerpo del Señor Jesús, después de su resurrección.

 

“Pero esto digo, hermanos: que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios, ni la corrupción hereda la incorrupción. He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados, en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados. Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad” (1ª Corintios 15:50-53).

 

Cuerpos inmortales (v. 53).

Transformados para poder entrar.

 

Con cuerpos glorificados:

 

(1ª Corintios 15:42-43) “... resucitará en gloria...”.

(Filipenses 3:20-21) “... semejantes al cuerpo de la gloria suya....”.

(1ª Juan 3:1-3) “... semejantes a Él...”.

 

Es interesante notar que tanto la resurrección de los cuerpos de los creyentes que han muerto para transformarse en estos cuerpos gloriosos, como la transformación de los cuerpos de los creyentes que vivan, es algo que va a tener lugar en un instante, en un abrir y cerrar de ojos (1ª Corintios 15:52).

El poder de Dios es así de maravilloso. Para Él todo es posible.

Una vez tengamos ya nuestros cuerpos glorificados, iremos a recibir al Esposo, para que tenga lugar nuestra unión con Él para siempre, lo que se le ha llamado como “Las Bodas del Cordero”.

Cuando esto suceda, el mundo tendrá que notar algo muy raro. Personas con las que habían estado hablando hace solo unos minutos, o en aquellos mismos instantes, desaparecerán de repente. Otros quizá en el lugar de trabajo, en un momento determinado desaparecen algunos compañeros y compañeras.

Sin duda se producirán accidentes, ya que habrá creyentes que en ese momento estén conduciendo un vehículo, la locomotora de un tren, un avión… serán arrebatados, quedando sin conductor. Así podríamos pensar en muchas cosas más, relacionadas con este hecho.

Será la noticia del día en los medios de comunicación: Gran cantidad de personas desaparecen sin saber por qué.

¿A qué van a atribuirlo?

Algunos puede que piensen en lo que en algún momento habían oído decir a los cristianos: que un día vendría Cristo a buscarles y se irían con Él. Sin embargo se inventarán cualquier cosa, menos atribuirlo al cumplimiento de la Palabra de Dios. Quizás lo atribuyan a supuestos extraterrestres que han venido a llevarse a estas personas, o a cualquier otra cosa, todo menos atribuirlo a lo que ha sido en realidad.

Cuando esto ocurra, va a ser fatal para los que se queden aquí en la tierra, ya que hará aparición el Anticristo (el hombre de pecado), quién para poder manifestarse, hay algo que lo detiene, esto es, la Iglesia, la cual es templo del Espíritu Santo (2ª Tesalonicenses 2:7).

No olvidemos que la Iglesia es luz y sal que evita la corrupción. Cuando ésta no esté, el Anticristo tendrá un campo bien preparado para hacer de las suyas.

La Iglesia ha sido arrebatada y llevada al Cielo, y en la tierra han quedado los judíos y los gentiles.

A partir de ahora van a suceder acontecimientos en dos lugares distintos: La Iglesia en el Cielo. Los demás en la tierra.

Vamos a observar que sucede en el Cielo, y nos encontraremos con dos cosas importantes:

1) Las bodas del Cordero.

2) El Tribunal de Cristo.

 

***

 

 


Volver

 

 

 

"Mirad cuál amor nos ha dado el Padre,

Para que seamos llamados hijos de Dios"

1a Juan 3:1.

 

Reservados todos los derechos