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CONOCIENDO LA DOCTRINA BÍBLICA

 

FUTURO DEL CRISTIANO

 

a) Junto al Señor es mucho mejor:

 

Vamos a entrar a considerar el tema de la muerte, y nos daremos cuenta que en el mundo hay diferentes maneras de definirla, según a que persona lo preguntemos:

 

Si preguntamos a un ateo, ¿Qué es la muerte? Nos diría:

Morir es dejar de existir.

Todo termina con la muerte.

Muerto el perro se acabó la rabia.

Ninguno vuelve de allá, etc.

 

Si preguntamos lo mismo a un católico-romano (suponiendo que no conteste algo parecido al anterior), nos diría que la muerte es un paso a la eternidad, donde hay cielo e infierno, pero en la mayoría de casos la gente va al purgatorio, de donde será sacado a través de sufragios, o por haber llevado el escapulario de la Virgen del Carmen. En realidad, no saben a donde van, no saben si serán salvos o condenados.

 

Si la misma pregunta la hacemos a un testigo de Jehová, nos diría que la muerte es la no existencia, es dejar de ser, no queda nada vivo, como alma o espíritu. Es la destrucción de la persona, es aniquilación. Aunque hay cierta esperanza en la resurrección... pero, cuando uno muere, deja de existir, de pensar, de sentir, etc.

 

Un adventista nos diría algo parecido al testigo de Jehová, solo que lago más moderado:

En vez de aniquilación, nos hablaría de un sueño, y nos diría que se está inconsciente, sin poder pensar, ni sentir, como completamente dormido, hasta la resurrección. Por lo tanto, para estos, la muerte es dejar de pensar y de sentir.

 

Las religiones orientales (que son panteístas) Dicen que morir es perderse en el cosmos, etc.

 

Por último un espiritista nos diría que hay que reencarnarse varias veces para irse purificando y perfeccionando. Sin embargo la Palabra de Dios dice:

“Está establecido a los hombres que mueran una vez, y después el juicio” (Hebreos 9:27).

      

Definición bíblica de la muerte:

 

Muerte, en las Escrituras, significa siempre separación.

Así, pues, la muerte física, es la separación del alma y el espíritu del cuerpo.

 

(Génesis 35:16-19) “... al salírsele el alma (pues murió)...”.

 

(1º Reyes 17:21-23) “... te ruego que hagas volver el alma de este niño a él… y el alma del niño volvió a él…”.

 

(Lucas 8:41-42, 49-55) “... su espíritu volvió, e inmediatamente se levantó...”.

 

Ya hemos visto que la muerte es la separación del alma y el espíritu del cuerpo, pero la Biblia aún dice más: Se nos dice que estamos conscientes y en plena memoria (Lucas 16:19-31). El rico y Lázaro, ambos habían muerto (v. 22 y 23), no obstante, el rico, se acuerda muy bien de que tiene cinco hermanos (v. 28).

El significado es separación y no la no existencia. Y para el creyente va a significar estar con Cristo (Filipenses 1:21 y 23). El morir es ganancia y partir para estar con Cristo, lo cual es muchísimo mejor. Ausentes del cuerpo, equivale a estar presentes al Señor (2ª Corintios 5:6-8).

Es dejar este traje que llevamos (nuestro cuerpo) manchado por el pecado; para obtener un día otro traje, nuevo y hermoso, renovado, distinto, apto para que podamos estar con él en la presencia del Señor (1ª Corintios 15:50-58) (1ª Tesalonicenses 4:13-18).

Cristo dijo: “El que cree en mí tiene vida eterna” (Juan 6:47). La vida no termina con la muerte.

Jesús dijo también:

“Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí” (Juan 14:6).

“Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente” (Juan 11:25-26).

 

Los cristianos auténticos siempre ha sabido que tienen vida eterna. Esto hacía que en tiempo de persecución, no les importara morir por el Señor. Así tenemos a los mártires, que no es que buscaran la muerte, en ninguna manera, pero si era preciso morían sin negar su fe (Pensemos en el circo romano, las fieras, las hogueras, en la inquisición, etc.).

La seguridad de la vida eterna, es una motivación tremenda, hasta tal grado, que si no existiera, como dijo Pablo, los cristianos seríamos los más dignos de conmiseración (1ª Corintios 15:19).

 

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"Mirad cuál amor nos ha dado el Padre,

Para que seamos llamados hijos de Dios"

1a Juan 3:1.

 

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